Hay tres clases de vanagloria: una que se puede llamar señora, y es la que precede y forma el único objeto de nuestras acciones; otra, que se puede llamar compañera, porque es aquella que, sin ser el fin de nuestras acciones, nos hace experimentar un poco de complacencia; y otra que se puede llamar criada, y es la que nos tienta, pero la rechazamos enseguida (San Felipe Neri)