ZAQUEO. LA ENCRUCIJADA DE LA MISERICORDIA
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- Escrito por Padre Enrique Santayana C.O.
- Categoría: Domingo XXXI
30-X-2022
«Todos murmuraban»
Jesús sube a Jerusalén. San Lucas presenta, desde muy pronto, toda la predicación, todos los milagros y la vida entera de Jesús, como un subir a Jerusalén. Era la peregrinación que los judíos piadosos repetían cada año: subir al Templo de Jerusalén, para el sacrificio de los corderos y la pascua. Pero san Lucas presenta toda la vida de Jesús como una sola y continua peregrinación, para ofrecer el sacrificio de sí mismo, definitivo, que hará innecesario cualquier otro de los que se ofrecían en el Templo de Jerusalén. Sacrificio único y definitivo, tan perfecto que se perpetúa ante Dios en el cielo y se hace presente en el altar de cada Eucaristía. Siempre el mismo, no repetido, sino el mismo, como si la liturgia nos transportase al Calvario, donde se ofreció una sola vez, como si la liturgia nos elevase hasta el cielo donde el Padre acoge la entrega obediente de su Hijo y su súplica de perdón por el hombre, donde el Espíritu Santo es un abrazo amoroso entre el Hijo que se entrega con su humanidad y el Padre que lo acoge conmovido.
Humildad, verdad y oración
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- Escrito por Enrique Santayana
- Categoría: Domingo XXX
Convivencia a Galicia del 29 de octubre al 1 de noviembre de 2022
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- Escrito por Alberto Velasco Esteban
- Categoría: Otros Ejercicios
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«¿Habrá fe en la tierra?» Oración y fe
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- Escrito por P. Enrique Santayana
- Categoría: Domingo XXIX
DOS SABIDURÍAS. La parábola de Lázaro y el rico
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- Escrito por P. Enrique Santayana
- Categoría: Domingo XXVI

25-IX-2022
se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza».
Algunas ideas claras que se desprenden de esta parábola del pobre Lázaro y del rico.1º. La sabiduría del mundo y la sabiduría de Dios. Nosotros nos encontramos en la vida ante dos formas contrarias de entender lo que vale y lo que no vale en la vida, dos «sabidurías» contrapuestas y esas dos formas aparecen en la parábola: la sabiduría del mundo y la sabiduría de Dios. Dejándose llevar por lo que aparece, el gozo y los placeres de uno, la desdicha de otro, el mundo juzga dichoso al rico y desgraciado al pobre, pero Dios juzga y sentencia de otra forma. Jesús dirá en las Bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres»; y después dirá también: «¡Ay de vosotros, los ricos!». ¿Qué juicio creéis que prevalecerá? ¿El del conjunto de los hombres, que ama la riqueza y la desea, o el juicio de Dios? El juicio y la sentencia de Dios son inapelables. Independientemente de las opiniones del mundo, el pobre Lázaro entra en el seno de Abraham para siempre, y el rico, sin nombre, es sepultado en el infierno, también para siempre. No llega allí por ser rico. Hay que recordar, por ejemplo, que Jesús tenía un amigo íntimo que era rico y que se llamaba Lázaro. Curiosamente es el nombre que Jesús usa en la parábola para el pobre. No, el rico no es condenado por ser rico, sino por no compadecerse del pobre.