Javier Fariñas Martín, director de comunicación de Ayuda a la Iglesia Necesitada en España, asegura que la lista de países que discriminan a las comunidades católicas simplemente por querer ejercer su fe es interminable: Arabia Saudí, China, India, Paquistán, Egipto, Argelia...son países donde la fe está perseguida; más de 300 millones de personas en el mundo sufren persecución, discriminación u hostigamiento a causa de su fe, hermanos nuestros que, con su vida hacen presente a Jesús en sociedades hostiles sin rodeos, sin tener en cuenta las consecuencias.
Aquí tendemos a medir demasiado las consecuencias de nuestros actos, de nuestras palabras, incluso de nuestras omisiones. Si nuestros hijos no pudieran estudiar porque somos católicos, ¿proclamaríamos abiertamente nuestra fe? Si tuviéramos dificultades para acceder a un empleo público, ¿iríamos a misa todos los domingos? Si nos racionaran los alimentos por seguir a Jesús, ¿pasaríamos hambre por ello? Los católicos en Palestina son discriminados y hostigados por ser católicos y por ser árabes. A pesar de ello, quieren seguir viviendo su fe allí, en el lugar en el que Jesús se entregó por todos nosotros.
En algunos casos el origen del extremismo es político, en otros, cultural. Hay ocasiones en las que la propia situación económica o determinados conflictos bélicos son capaces de provocar un recrudecimiento de la hostilidad hacia los cristianos. Sin embargo, hay un nexo común a todos ellos: en cualquier lugar del planeta la Iglesia católica promueve los derechos humanos, la justicia, la igualdad, la dignidad de la mujer, el valor de la vida… Y esa defensa implacable de la dignidad del hombre contrasta con los deseos de aquellos que ostentan el poder. La persecución silenciosa es la más peligrosa.
El Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo 2010 que publica AIN cada dos años, señala que en Europa los católicos no son perseguidos aunque son objeto de mofa y burla; Cuba ha mostrado señales de apertura al autorizarse, por ejemplo, la celebración de servicios religiosos anteriormente prohibidos y al anularse la prohibición de llevar a cabo actos de culto en las cárceles; en México, dos sacerdotes y dos seminaristas católicos fueron asesinados por bandas de narcotraficantes contrarios a la labor educativa que desarrollan las comunidades religiosas entre los jóvenes; en Nicaragua, el Gobierno sandinista ha multiplicado sus ataques contra la jerarquía católica, recurriendo incluso a campañas de difamación; en Venezuela se ha llevado a cabo una intensa propaganda hostil contra los representantes de la Iglesia católica a través de los periódicos cercanos a las posturas del Gobierno. En África, los regímenes políticos con constituciones laicas, como Argelia, Túnez, Libia y Siria, se ven presionados por los grupos islamistas, donde la Administración cada vez niega un mayor número de visados a los sacerdotes y personal religioso que solicitan entrar en el país. Arabia Saudí y Yemen siguen siendo los países del Golfo Pérsico en los que la legislación islámica impide cualquier manifestación o práctica religiosa no islámica. En Iraq la vida de las comunidades cristianas se está convirtiendo en un auténtico drama por ataques terroristas sistemáticos. En Irán rige el islam chií en su versión más radical, mostrando gran discriminación y violencia contra el resto de las religiones. En Eritrea se calcula que actualmente hay unos 2.200 presos de conciencia por motivos religiosos. En Nigeria doce de los treinta y seis estados de la federación nigeriana han empezado a aplicar la sharía no sólo en el ámbito de la ley de familia sino también en el de la ley penal, lo que supone la aplicación de penas como la flagelación, las amputaciones y la muerte por lapidación. Incluso existe un cuerpo de policía religiosa, acusado en ocasiones de abuso de poder. En Somalia ya no existe un lugar de culto cristiano abierto al público, por la aplicación de la sharía en todo el país; en el año 2008 fueron asesinados seis musulmanes que se habían convertido al cristianismo, y a otros veintiuno los mataron en 2009. Sudán del Norte se aplica estrictamente la ley islámica, sin tener en cuenta a las minorías no musulmanas. En Pakistán, la ley contra la blasfemia ha provocado víctimas entre los no musulmanes; esta ley es una excusa para llevar a cabo ataques, venganzas personales o asesinatos extrajudiciales. La India sigue siendo testigo de un fuerte recrudecimiento de la violencia de inspiración religiosa y étnica; en seis estados siguen existiendo las leyes "anticonversión", consecuencia de la política hindú ultranacionalista, y se han denunciado re-conversiones forzadas al hinduismo, ataques físicos y asesinatos de miembros de comunidades no hindúes. En China, las restricciones se acentuaron durante los Juegos Olímpicos de 2008 y se mantuvieron durante 2009, realizándose arrestos y eliminándose comunidades no oficiales y clandestinas. Todas las religiones presentes en la República Popular han denunciado numerosos episodios de represión administrativa y arrestos. El comportamiento arbitrario de las autoridades y el control absoluto sobre la vida social y cultural siguen siendo la norma. Corea del Norte es la que vive en condiciones más inhumanas: no existe el menor atisbo de libertad religiosa y la información sobre lo que ocurre en el país es muy escasa y difícil de conseguir. El Estado se declara oficialmente ateo y reprime cualquier forma de expresión religiosa, lo que conduce a arrestos y detenciones en campos de concentración.
Indica AIN que la tendencia creciente a la persecución y discriminación por la religión que se profesa se debe tanto a la radicalización del mundo islámico, como a lo que llama ‘cristianofobia’ y a la facilidad con que se ridiculica a la Iglesia Católica en algunos países desarrollados.
Benedicto XVI, la víspera de la beatificación del Cardenal John H. Newman, dijo: “En nuestro tiempo, el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado, sino que frecuentemente implica ser excluido, ridiculizado y objeto de burla”. La fe cristiana es la más extendida del mundo y también la más perseguida.
Según explicó Javier Menéndez el número total es similar al del informe de hace dos años, aunque los investigadores y expertos que participaron en el de este año aseguran que la situación para los cristianos ha empeorado, debido especialmente a una mayor radicalización en el ámbito musulmán, con mayor fanatismo, intoleracia y vejaciones a practicantes de otras religiones.
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