Oratorio San Felipe Neri de Alcalá de Henares

No sé que nació primero, el Oratorio Seglar de San Felipe Neri o el coro del propio Oratorio. Lo cierto es que el Señor, que es “rico en sabiduría”, se valió de una serie de dones musicales, que previamente nos había dado, para atraernos hacia Él. Y poco a poco nos fuimos dejando llevar, auxiliados por el Espíritu Santo, hacia lo que ahora somos en la Iglesia y hacia lo que aspiramos alcanzar en el cielo.

 

La música en el Oratorio de San Felipe Neri nos es regalada como una vocación, es decir, no préstamos este “servicio” litúrgico por motivos meramente estéticos y mucho menos por una búsqueda egoísta de un lucimiento personal: nosotros hemos recibido esta misión como nuestro particular camino para crecer en la santidad.

Desde el primer momento en que empezamos a preparar los cantos de cada celebración -sea de la índole que sea- rezamos para ir siempre de forma paralela a ésta y que sea el Buen Dios el que hable por nuestra boca; la verdadera intención en los cantos es ayudar a rezar y que con la música nos encontremos con Dios. En definitiva, es dejar que a través de los sentidos Dios se “cuele” en nuestras entrañas, que entre por el oído y nos cautive, que empape nuestra alma y nos reconforte, y aprendamos a sufrir con Él, a sentir lo mismo que Él y a vivir como Él. Y después, llenos de gozo espiritual o, simplemente de sufrimiento, salga por nuestra boca y le anunciemos, le recemos y siempre le alabemos. Nos gusta siempre recordar las palabras de San Agustín: “El que canta reza dos veces”.

 

Así pues, recuerda, tú que lees esta reflexión: cada vez que cantes piensa que el mismo Señor también se vale de unos pobres acordes para llegar hasta ti, y que de alguna manera también pide una respuesta de tus labios y de tu corazón. Asemejémonos a los ángeles del cielo que están continuamente cantando frente al trono de Dios, y digamos con el salmo 138: “Delante de los ángeles tañeré para Ti, Señor”.

Testimonio publicado en la revista Schola Amoris nº 1: