Oratorio San Felipe Neri de Alcalá de Henares

Hermanos y hermanas queridísimos:

1. ¡ Hoy es un día de sincero júbilo y de ferviente alegría para el Pueblo de Dios! Toda la Iglesia se arrodilla para venerar a tres de sus hijos y a dos de sus hijas, que realizaron de manera heroica en su vida terrena, día tras día, las exigencias del mensaje del Evangelio. ¡La Iglesia, santificada por la sangre de su Esposo, Cristo, se ha convertido en madre de Santos y de Santas! Y en este día tiene el íntimo orgullo de presentar al mundo contemporáneo cinco nuevos Beatos, testigos de su perenne, inagotable, juvenil vitalidad, y portadores de ese mensaje de alegría, que es típico del anuncio del Evangelio.

Y en el signo de esta alegría cristiana escucharemos el mensaje que los nuevos cinco Beatos nos entregan hoy, para que lo sepamos hacer nuestro, realizándolo en nuestra vida y lo transmitamos, así, en su autenticidad a la sociedad de hoy, que está en continua búsqueda del Absoluto.

3. LUIS SCROSOPPI, de Udine, ordenado sacerdote en , 1827, se entrega a un apostolado incansable, animado e impulsado por la caridad de Cristo. Instituye la "Casa de las abandonadas" o "Instituto de la Providencia", para la formación humana y cristiana de las muchachas; abre la "Casa provvedimento" para las ex-alumnas sin trabajo; da comienzo a la Obra en favor de las sordomudas, y funda las religiosas de la Providencia bajo la protección de San Cayetano. El padre Luis ingresa en la congregación del Oratorio y la convierte en un dinámico centro de irradiación de vida espiritual.

En su vida, gastada totalmente por las almas, tuvo tres grandes amores: Jesús; la Iglesia y el Papa; los "pequeños".

Desde muy joven, elige a Cristo como Maestro y lo ama, contemplándolo pobre y humilde en Belén; trabajador en Nazaret; paciente y víctima en Getsemaní y en el Gólgota; presente en la Eucaristía. "Quiero serle fiel —escribe— unido perfectamente a El en el camino del cielo y llegar a ser una copia suya".

Su amor a la Iglesia se manifiesta en la fidelidad completa a las leyes eclesiásticas; en su apostolado, que no conoce pausas o vacilaciones; en la dócil aceptación del Magisterio.

El padre Scrosoppi gastó literalmente toda su vida en el ejercicio de la caridad para con el prójimo, especialmente con los más pequeños y los más abandonados. Distribuyó a los pobres sus numerosos bienes patrimoniales. "Los pobres y los enfermos son nuestros dueños y representan la persona misma de Jesucristo": son palabras suyas; pero son también, y mucho más, su vida.

En la base de su múltiple actividad pastoral y caritativa hay una profunda interioridad; su jornada es una continua oración: meditación, visitas al Santísimo Sacramento, rezo del Breviario, "Via Crucis" diario, Rosario y, finalmente, larga oración nocturna; dando de este modo a los fieles, a los sacerdotes y a los religiosos un luminoso y eficaz ejemplo de equilibrada síntesis entre vida contemplativa y vida activa.

7. Queridísimos:

Hemos comenzado esta reflexión con el signo de la alegría cristiana; y en el signo del gozo pascual, fruto de la cruz de Jesús, continuamos esta solemne celebración, confortados por los admirables ejemplos de estos nuevos Beatos, que nos indican el camino que también nosotros debemos recorrer en nuestra peregrinación terrena: el camino del amor a Dios y a los hermanos, especialmente a los que sufren en el espíritu y en el cuerpo.

Los nuevos Beatos confiaron en el Señor, lo invocaron, seguros de su clemencia y misericordia; siguieron sus caminos; trataron de agradarle; se echaron en sus brazos (cf. Sir 2, 7 s.). En la cumbre de sus pensamientos, por encima de todo, pusieron la caridad, convencidos de que ella es "el vínculo de la perfección" (cf. Col 3, 14). Haciendo propia la invitación de Cristo, vendieron todo lo que tenían y lo dieron en limosna; se hicieron bolsas que no envejecen, y han conseguido un tesoro inagotable en los cielos (cf. Lc 12, 32 s.), como dice el pasaje evangélico que se ha leído hace poco.

Mientras nos inclinamos reverentes ante ellos, nos confiamos a su potente intercesión:

¡Beato Alain de Solminihac, Beato Luis Scrosoppi, Beato Ricardo Pampuri, Beata Claudina Thévenet, Beata María Repetto, rogad a la Santísima Trinidad por vuestras patrias terrenas, para que vivan en serena concordia. ¡Rogad por vuestras familias religiosas, para que den a la sociedad contemporánea un gozoso testimonio de su donación a Dios! ¡Rogad por la Isglesia, peregrina en la tierra, para que sea siempre signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano!

¡Rogad por todos los pueblos del mundo, para que realicen en sus relaciones la justicia y la paz!

¡Oh nuevos Beatos y Beatas, rogad por nosotros!

¡Amén!