Oratorio San Felipe Neri de Alcalá de Henares

Tracts_teando

”¡Es terrible! ¡Qué horror! ¡Me da vergüenza! ¡Menudo escándalo! ¡Vaya triunfo del diablo!”
Seguramente habréis escuchado estas expresiones o se os hayan pasado por la cabeza otras parecidas mientras cubríais el rostro con vuestras manos al escuchar los casos de abuso sexual, de conciencia y de poder que iban surgiendo en las últimas semanas...¡y no es para menos! Una vez más, el Cuerpo de Cristo ha sido desgarrado y profanado de modo terrible y vergonzoso, con el agravante de que los protagonistas han sido aquellos que un día se comprometieron públicamente a cuidarlo y protegerlo.
”¡Esto no puede seguir así! ¡Algo hay que hacer! ¡Hay que acabar con esto de una vez por todas!”
Las soluciones que más frecuentemente he escuchado se resumen en incrementar los mecanismos de control sobre la vida de los eclesiásticos, estrechar los criterios de selección de candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, mayor vigilancia en la relación de clérigos con menores y adultos vulnerables, aumentar los filtros de internet a páginas pornográficas, una normativa más severa para crímenes de este tipo,...en definitiva, confiar en una legislación más estricta. 
Propongo algo más barato, más beneficioso y más fructífero para el hombre, para la Iglesia y para la sociedad.

Juan Bautista y fariseosEn su conversación con los fariseos y levitas que le habían enviado, Juan el Bautista les dice: "En medio de vosotros hay uno que no conocéis" (Jn 1, 26). Me resulta muy significativo que esto se lo diga el profeta a los representantes religiosos de Israel, a los que -en principio- están más cerca de Dios, por conocimiento de la Escritura y de la Tradición, y por práctica diaria de la religión; y me pregunto: ¿cómo se lo tomarían? ¿qué pensarían de Juan al escuchar esa acusación? ¿cómo reaccionarían? Me meto en su piel y me pregunto: si a mí, representante religioso del nuevo Israel, un laico me dijese esas palabras, a mí que tengo estudios universitarios, que rezo todos los días más que muchos, que celebro la Eucaristía diariamente y me confieso con frecuencia, que predico su palabra y la expongo en la catequesis,...¿cómo me lo tomaría? ¿qué pensaría de esa persona que hace tal afirmación? ¿cómo reaccionaría?

Podéis imaginaros lo que pensaría y cómo sería mi reacción, pero si lo medito despacio, tendría que darle la razón y las gracias por decírmelo, porque me falta experiencia real de un Cristo vivo, presente, actuante, que es lo que significa "conocer" en el lenguaje de san Juan; carezco de una experiencia fundante nacida de un encuentro personal y real con Jesucristo resucitado, una vivencia que haya marcado mi vida como ocurrió con aquellos que se encontraron con el Resucitado. Sé cosas de Él, pero necesito la experiencia viva del encuentro con Él, para que mi testimonio de vida sea coherente, sincero y creíble...y eso es lo que Él desea para nosotros -para Él y para mí- en esta Navidad, ese es su regalo.
 
Es más, el mismo Jesús podría decirme como a Felipe: "Tanto tiempo contigo, ¿y aún no me conoces?" (Jn 14, 9)...tantos años en la Iglesia, recibiendo y dando catequesis, escuchando a personas con una gran vida espiritual, leyendo en misa o preparando la liturgia...tanto tiempo, tantas oportunidades, ¿y aún no me conoces personalmente? sólo sabes de mí lo que has oído a otros? ¿quién dices que soy yo?

Ecografía de Jesús_1Estos días he vivido una experiencia dolorosa y triste -pero en ningún caso infructuosa- que puede resumirse en el título que he elegido para este escrito.

Aquel día llegué con muchas ganas de encontrar en casa un lugar donde sentirme a gusto, en familia, un espacio donde descansar después de un día intenso...pero Dios tenía otro plan para mí que, en un primer momento no supe ver ni aceptar: quería enseñarme algo de Él, que hiciese experiencia de una vivencia suya demasiado frecuente. Frente a mis deseos, estaban los planes de los demás, que eran absolutamente distintos de los míos, más bien contrarios: a los pocos minutos de llegar ya no estábamos ninguno en casa, había llegado en mal momento.

octopusMás de uno nos hemos preguntado alguna vez si el Oratorio es nuestro sitio, si es el lugar que Dios ha destinado para mí como vocación particular, como camino de felicidad, especialmente cuando parece que no acabamos de encontrar el sitio, estamos a disgusto (o no estamos demasiado a gusto) o nos sentimos –como suele decirse- como un pulpo en un garaje. Es una pregunta que incomoda, que preocupa y que nos exige una respuesta lo más inmediata posible…porque, ciertamente, se pasa mal.

Hace unos días leíamos la sorprendente noticia de que el investigador ruso Shoukhrat Mitalipov, de la Universidad de Oregón, había logrado células madre embrionarias pluripotentes, es decir, capaces de generar cualquier célula del cuerpo humano (excepto las de la placenta), reprogramando células somáticas mediante trasferencia nuclear. ¿Qué significa todo esto? ¿Qué tiene que ver con la clonación humana? ¿Es un avance en la lucha contra las enfermedades degenerativas?

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